martes, febrero 21, 2006

EL POLVO HUMILLANTE DE LA DERROTA

Alrededor de las 11 y 35 de la mañana de ayer, día 20 de febrero del 2006, se conoció de una salida ilegal organizada con apoyo del exterior, desde Estados Unidos, por la zona de playa de Guajaibón en la provincia de La Habana.
En la embarcación tipo Escorpión, folio FL1186EY, color blanco y azul, toldo negro y dos motores Mercury de 250 caballos de fuerza cada uno, viajaban en el cargamento mujeres y niños. En la orilla de la costa quedó abandonado el cadáver de una mujer y a esa hora se desconocían las causas de su muerte.
Una embarcación de Guardafronteras siguió la lancha rápida hasta que esta se alejó rumbo Norte a una velocidad de 20 nudos por hora. El Servicio de Guardacostas de Miami y el enlace de Guardacostas en La Habana fueron advertidos.
A las 16 y 53, el enlace informó que una nave del Servicio de Guardacostas había interceptado la lancha 35 millas al Norte del Mariel. Abordo de la misma se encontraban 14 personas.
En la orilla donde se produjo la llegada de la lancha norteamericana a Cuba fueron arrestados un hombre y una mujer involucrados en los hechos, que no pudieron abordarla. En los últimos tiempos el número de naves piratas procedentes de la Florida dedicadas al tráfico de personas se ha incrementado.
El gobierno de ese país, cada vez más tolerante ante tales actividades criminales, es el culpable principal de las miles de vidas que su Ley asesina ha costado al pueblo de Cuba.
La forma desvergonzada con que estimula y premia a los que violan las leyes de Cuba y arriban ilegalmente a territorio norteamericano impulsa este nefasto tráfico con privilegios legales no concedidos a ningún otro ciudadano del mundo.
Mientras eso ocurre en la corriente del Golfo, Estados Unidos levanta en la frontera con México un horrible muro donde más de 500 personas pierden la vida cada año. Cuba ha denunciado las provocaciones de ese gobierno genocida para impedir la venta de alimentos a Cuba, hacer trizas del Acuerdo Migratorio y romper los tenues vínculos diplomáticos que a duras penas existen todavía.
Cada día que transcurre se demuestra de forma irrebatible que la moral de ese gobierno es más baja, su política más torpe y su descrédito mayor. Cuba, imperturbable y serena, desprecia la conducta del imperio y no alberga la menor duda de que, tras casi 50 años de fracasos intentando destruir a la Revolución Cubana, no les queda a los torpes bloqueadores otra alternativa que morder el polvo humillante de la derrota.

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