sábado, febrero 18, 2006

EL PUEBLO TRIUNFÓ EN HAITÍ

Después de tantas escaramuzas, trampas, allanamiento, votos falsos, fraude al descaro, sin miramientos, ni respetar en lo más mínimo la autodeterminación de un pueblo, fue el panorama que vivieron los haitianos por estos días de proceso electoral.
Allí se supone que debían realizarse los comicios, en presencia de los observadores internacionales incluyendo la bien ponderada representación de la ONU y así fue, pero nadie los respetó. El gobierno de Estados Unidos hizo lo que le dio la gana para lograr su propósito en las mismas narices de los “observadores”.
Pero... ¿Cuál es la verdadera historia?
El presidente electo, René Preval, tiene 63 años y fue formado en Bélgica, integró el movimiento izquierdista Honor y Respeto por la Constitución, presidió un comité que investigó las desapariciones durante el régimen dictatorial de Duvalier y militó en la Organización Política Lavalas, coalición que llevó a la presidencia del país a Aristide tras la victoria en las elecciones de diciembre de 1990. En 1991 fue nombrado primer ministro y además asumió las carteras de Interior y de Defensa Nacional. El golpe de Estado del 30 de septiembre de 1991 encabezado por el entonces general jefe de las Fuerzas Armadas, Raoul Cédras, derrocó al presidente Aristide, y Préval se vio obligado a pasar a la clandestinidad. En 1995 presentó su candidatura a la presidencia de la República al frente de Lavalas y obtuvo el respaldo mayoritario del 87,9 por ciento del escasísimo electorado que participó en las elecciones. Preval ha sido, sin ninguna duda, votado por los mismos sectores humildes que apoyaban a Aristide. Por todo lo anterior es importante recordar que el 29 de febrero hará dos años que Jean Bertrand Aristide fue derrocado por una intervención militar protagonizada por Estados Unidos y Francia. Fueron marines norteamericanos los que sacaron del país encañonado al presidente democráticamente electo, tal y como denunciaría después en su exilio africano. Ya antes, Estados Unidos había preparado la operación bloqueando cualquier ayuda económica y financiera que pudiera aumentar el apoyo al gobierno, desplegando miles de marines en la frontera dominicana y entrenando a grupos paramilitares y ex miembros de escuadrones de la muerte del anterior gobierno dictatorial de Duvalier.
Durante la presencia de la supuesta fuerza de paz que invadió un país donde no existían los ejércitos, la violencia se disparó. Entre 3.000 y 5.000 exmilitares se agruparon en bandas armadas, los sectores más empobrecidos del país que apoyaban a Aristide se organizaron también y las acusaciones de represión y crímenes contra la policía nacional haitiana y las tropas de la ONU no cesaban. Cada movilización de protesta terminaba con algún muerto por balas procedentes de los cascos azules de la ONU. La victoria de Preval el pasado 7 de febrero tampoco fue fácil. Las elecciones se iban postergando durante meses. Los sectores populares de los barrios pobres de Puerto Príncipe, en su mayoría seguidores de Aristide y Preval, llevaban días denunciando que no se instalaban mesas electorales en sus barrios y debían andar varias horas para llegar a los centros de votación. Siete días después de la votación, el Consejo Electoral Provisional no había concluido la contabilización de las papeletas, pese a que debió dar los resultados a las 72 horas del cierre de los colegios. Durante este recuento, aunque Preval alcanzaba el 60 % de votos frente al siguiente candidato que sólo tenía el 11,8, en el último momento el organismo electoral anunciaba a los medios que la votación por Preval había descendido hasta el 49 por ciento, mientras la página web de esa institución reflejaba entonces un 52 por ciento a su favor. Un cifra por debajo del 50 impediría a René Preval acceder a la presidencia en primera vuelta. Dos de los integrantes del Consejo Electoral denunciaron manipulación en la tabulación de los votos y en un vertedero del país aparecen decenas de miles de votos de Preval autentificados por los interventores electorales. El mutismo es la respuesta internacional, sólo un editorial de Granma denuncia que Estados Unidos intenta imponer la segunda vuelta en Haití.
El pueblo haitiano sale a la calle indignado donde es reprimido por los cascos azules con el balance de un muerto y varios heridos. Una semana de tensión, movilizaciones populares y amenaza de violencia y caos es necesaria para que los miembros de la comisión electoral y la OEA reconozcan la victoria de René Preval.
De todo este proceso se puede concluir que el pueblo haitiano ha vuelto a apoyar el espíritu del gobierno que les fue arrebatado con impunidad por aquel golpe e intervención en enero de 2004 y que sólo un pueblo movilizado en la calle puede lograr que sus deseos sean realidad en las democracias representativas. No basta ganar democráticamente unas elecciones, los peligros, amenazas e injerencias son tantas que es necesario acompañar los votos con una acción de defensa de la voluntad popular.
Los pueblos continúan dando las lecciones, pero los amos del norte no entienden que ya no somos pajaritos encerrados en jaulas esperando que algún afortunado nos abra la puerta. Ya nosotros sabemos hacer volar en pedazos las puertas y la historia lo seguirá demostrando.
Haití es otro ejemplo y estoy seguro que contará con el apoyo de los gobiernos progresistas de la Región caribeña y de América.
En Haití triunfó la vergüenza, la justicia y la fuerza de un pueblo decidido a lograr su propósito con sus propias fuerzas.
Sergio Rivero Carrasco

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