domingo, junio 25, 2006

La historia del mango contada por sus semillas

El triunfo de la Revolución Francesa y la proclamación del primer presidente de los Estados Unidos apenas dejaron espacio en la prensa cubana para un hecho aparentemente intrascendente: la llegada del mango a la isla.
El Papel Periódico de La Habana, con fecha 14 de enero de 1790, se refirió al suceso acaecido el año anterior en la capital cubana sin darle alguna relevancia ni trascendencia para el futuro económico del país.
Sin embargo, la historia se encargaría de ubicar entre los productos tradicionales en la exportación de esta isla una fruta cuya proliferación se debe exclusivamente a la llegada de la primera semilla de mango procedente de Jamaica.
Tal noticia pasaría inadvertida en el invierno de 1789, cuando los obreros del mundo aplaudían la toma de la Bastilla y la firma en Francia de la declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Más cercanamente en la historiografía cubana el primer Congreso de Estados Unidos, reunido en New York, elegía por unanimidad al primer presidente de esa nación.
Casi nadie se atrevería a vaticinar entonces las consecuencias culturales, económicas y sociales de la llegada del mango a este archipiélago como lo harían, aunque en mayor escala, las ideas de la Ilustración desde Europa.
Una prueba de su importancia lo constituyo la realización en estos días en Santiago de Cuba, del primer congreso internacional sobre esa fruta, con la participación de un centenar de productores y comercializadores en una decena de países.
Fue el cubano Don Felipe Alwood, a su regreso de Jamaica, en el invierno de 1789, quien se encargó de traer dentro de su equipaje, convenientemente protegida entre telas de algodón, una semilla de mango.
Ocho años antes la escuadra inglesa de Rodney había depositado algunas semillas de esa apetitosa fruta en Jamaica, traídas probablemente de La India, su región de procedencia o del Brasil, el primer país de América en cultivarla en el siglo XVIII.
Una señora de La Habana, cuyo nombre ha quedado para siempre en el anonimato, se encargaría de sembrar esa única semilla, de cuyo árbol nacerían seis apetecibles mangos.
Como una verdadera reliquia, los descendientes de aquella semilla fueron trasladados a seis puntos distintos del país para su reproducción y bajo su sombra, mas de medio siglo después, se editó una hazaña grandiosa en la historia americana.
Todavía puede verse en Baraguá, en el oriente cubano, la arboleda donde el Lugateniente general Antonio Maceo, el más prominente guerrero cubano, rompiera la tregua contra el general español Arsenio Martínez Campos, conocido en la historia nacional como la Protesta de Baraguá.
La fruta inspiro a más de un poeta y hasta los trovadores le cantarían en sus glosas. Más de un mango fue el preámbulo para anunciar la llegada del amor.
En regiones de esta isla devino símbolo de la economía local y en Santiago de Cuba, la segunda urbe más importante del país, un pintoresco poblado denominado El Caney produce el mejor mango del mundo, según aseveran especialistas.
Hasta en el habla popular incursiona con todo éxito. Mango es también una persona sexualmente apetecible.