sábado, junio 02, 2012

Los anticubanos de Miami

Recientemente, en la sala de espera de un médico cubanoamericano de Miami, una señora de mediana edad, se desplayaba en una serie de insultos contra Cuba y por ende, contra los cubanos que allí residen, ensartando, en tono medio solariego, una serie de sandeces y mentiras contra sus compatriotas de la isla. Según ella, los cubanos eran borrachos, ladrones y vagos, que, además, estaban pasando una tremenda hambre, ya que en Cuba no había comida en ninguna parte. Las personas que pacientemente esperaban que les llegara su turno estaban estupefactos al oír la chusmería que aquella mujer había montado en medio de la consulta médica. Nadie la miraba, me imagino que para que ella no se dirigiera directamente a ellos, pero aún sin la atención de nadie, la mujer seguía con su verborrea anticubana. Solo una persona, a la que ya habían llamado para entrar a ver al médico, se dirigió a ella mientras avanzaba hacia la consulta y le preguntó: ¿Señora, cómo es posible que Ud. odie tanto al país que la vio nacer?

Casos como el anteriormente descrito no son difíciles de ver en diferentes lugares de esta ciudad, lo mismo en una fiesta, que en un restaurante, que en la sala de espera de un abogado, o en cualquier consulta médica. Son cubanos llenos de odio y rencor que aquí viven. Muchos de ellos viajan a la isla con cierta regularidad y conocen que la mayor parte de las cosas que dicen son mentira. Saben que la mayoría de los cubanos son trabajadores. Saben que, como en todas partes del mundo, pueden existir prostitutas, pero que la inmensa mayoría de la mujeres cubanas, ya sean profesionales o no, son buenas amas de casas, trabajadoras, decentes y sumamente cariñosas con sus hijos, los cuales cuidan celosamente, vigilando muy de cerca su educación.
Si saben todo eso, ¿por qué actúan de tan despreciable forma? ¿Por qué se alegran cuando los deportistas cubanos no consiguen el primer lugar en cualquier competencia internacional? Sencillo, ese tipo de cubano está enfermo y en vez de tratar de buscar remedio a su enfermedad, hace lo contrario. Oye las emisoras de radio que destilan odio contra Cuba y su pueblo, ve los programas de televisión locales donde todo lo que dicen, tanto los conductores de los mismos como los invitados que allí acuden es propaganda mentirosa y difamatoria, además, se informa también de los dos periódicos en español que circulan en la ciudad, cuya labor  es desinformar a sus lectores  sobre la realidad cubana. Así es que el tipo de cubano al que me refiero, diariamente alimenta su odio con el veneno que le inyectan los medios de publicidad miamense. Aunque son terroristas verbales en las calles y oficinas de la ciudad, cuando vivían en Cuba, o cuando ahora la visitan, andan más callados que los monjes en los monasterios, pero aquí son verdaderos come candelas, anticomunistas radicales y totalmente anticubanos.
Esos son los de abajo, los que no reciben nada por hablar mal de su antigua patria. Los que más daño hacen son los otros anticubanos, los que tienen un micrófono en las manos, una columna en uno de los periódicos o los políticos que ocupan cargos en los diferentes gobiernos de los Estados Unidos. Esos son los peores de todos, los que han llegado a congresistas y senadores en el congreso nacional. Esos sí hacen daño, sí están muy bien enterados de todo y sí tienen poder para crear legislaciones en el capitolio para dañar a Cuba y a su pueblo. Han sido los promotores de todas esas criminales leyes que están vigentes contra la nación cubana como La Helms -Burton, la Torricelli, etc. El gobierno de los Estados Unidos ha puesto la salsa, pero estos individuos le han puesto la sazón. 
Estos personajes se eligen y se reeligen con el voto de esa masa de odiadores antes mencionados, a quienes tienen embrujados con sus mentiras y su retórica anticubana y como tienen los medios de publicidad a su servicio y el dinero de la ultraderecha cubanoamericana a su disposición, no tienen problemas en ser electos una y otra vez.  Ese es el caso de la flamante presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, Ileana Ros Lehtinen, a quien le han salido canas en el capitolio de Washington y de allí no hay quien la saque. Después que agarran no quieren soltar, a no ser que los cojan movidos, como parece ser el caso del histérico Lincoln Díaz Balart o el del bobón y sanaco  de Mel Martínez, quienes renunciaron sin que se sepan los verdaderos motivos de sus renuncias. 
Así es que en el sur de La Florida se ha creado un círculo vicioso entre los anticubanos de abajo y los anticubanos de arriba.  El odio hacia Cuba y su pueblo los une, aunque el beneficio económico, como siempre, va para los de arriba, allí donde están los grandes tahúres.
*Lázaro Fariñas periodista cubano residente en los EE.UU.
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