lunes, julio 30, 2012

Ahora no quiere que se usen los fines políticos ¿Cínico o pendejo?

Ángel Francisco Carromero Barrios, político
español del Partido Popular
 
Tomado de Antorcha encendida
 
La muerte de los contrarrevolucionarios Osvaldo Payá y Harold Cepero ha traído consigo no sólo la desgracia de la desaparición física de dos personas; sino también la desvergüenza de esos impúdicos que han usado este incidente en toda una comparsa de manipulación y propaganda anticubana.
La certera investigación de los órganos competentes del Ministerio del Interior cubano y las contundentes pruebas corroboradas por los propios implicados extranjeros (Ángel Francisco Carromero, político del Partido Popular (PP) español, y Jens Aron Mordig, dirigente sueco de la Juventud Cristiano Demócrata (KDU), han dejado por tierra todas las hollywoodenses versiones de los disidentes cubanos y la propia hija de Payá, Rosa María.
Las palabras de Jens Aron demuestran una vez más el carácter mercenario de este grupúsculo llamado oposición cubana, la injerencia de organizaciones políticas extranjeras en asuntos internos de Cuba y el apoyo financiero que recibe la contrarrevolución cubana para asestar su labor subversiva dentro de la Isla.
Sin embargo, algo muy curioso llama la atención en las palabras del joven dirigente del Partido Popular, cuando dijo directamente a las cámaras: "En cuanto a las noticias que me han dejado leer, le pido a la comunidad internacional que por favor se centre en sacarme de aquí y no en utilizar un accidente en tránsito, que podría haberle pasado a cualquier persona, con fines políticos"… perdón, pero hilvanaré sus palabras, haciendo la elipsis adecuada: “… no en utilizar un accidente en tránsitocon fines políticos" Ahora le interesa que no se interpongan fines políticos.
Veamos, hasta ahora el Partido Popular, de la extrema derecha del Estado español, ha dado su apoyo político y financiero a la contrarrevolución cubana, tanto en el exterior como en el interior de la Isla; Carromero, quien viajó con visado de turista, no le importó en lo absoluto aprovecharse de su estancia en Cuba para reunirse con la contrarrevolución y dar su asesoramiento y financiamiento a una de las minúsculas organizaciones opositoras en la Isla, en este caso la dirigida por Osvaldo Payá (Movimiento Cristiano Liberación). Entonces, Carromero, ¿Su actitud injerencista y subversiva no es actuar con fines políticos?
¡Ah!, evidente, en estos momentos su situación es bien pésima por tener sobre sus hombros la penosa carga de dos muertes y, además, incumplir con las leyes de la República de Cuba. Por tanto, es preferible que quienes estén en la misma comparsa de la que él forma parte, se mantenga sin tocar una nota discordante más.
¿Por qué no pensó mucho antes que quienes le dirigían le estaban encomendando actuaciones que indican una agresión política a Cuba? ¿Por qué no tuvo una actitud más digna negándose a realizar esas actividades que le encomendaron, ya que sabía muy bien que no eran de sentido turístico, sino con fines políticos?
Algunos Países, entre ellos la mayoría pertenecientes a la Unión Europea, han puesto sus embajadas en Cuba en funciones de las actividades subversivas de la contrarrevolución cubana, monitoreada por la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA).
No es la primera vez que un político extranjero entra a Cuba para llevar a cabo, con fines políticos, actividades subversivas, con el objetivo de lograr la desestabilización del gobierno revolucionario de la Isla.
El caso de Jens Aron y Ángel Francisco Carromero es otro más. Pero lo más vergonzoso es ver cómo a Carromero le corroe el miedo al peso de la justicia y rapidito desea que sus trompeteros dejen de sonar la comparsa que alude los “fines políticos” para ver si puede salir ligerito con pie en polvorosa. ¿Cínico o pendejo? ¡Quizás ambas!
Tanto a estos dos políticos extranjeros, como a los que vengan mañana  a Cuba con el mismo aire, que mejor se dediquen a limpiar la cochiquera que han armado en sus propios países con el amargo listado de recortes que han hecho con el sistema capitalista, en vez de ir queriendo cantar en patio ajeno.

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