domingo, diciembre 30, 2012

La imagen que encontró su lugar

La fot de Fernández Nogueras: Olaya Girón después de un bombardeo norteamericano.
Foto de Ernesto Fernández Nogueras: Milicianos avanzan en Playa Girón después de un bombardeo norteamericano.

Por Olga Lidia Triana
Tomado de La pupila insomne

Cuando Ernesto Fernández Nogueras (La Habana, 11 de noviembre de 1939), contaba con solo 12 años, ya incursionaba en el mundo del arte y se relacionaba con artistas, escritores, creadores que con el devenir del tiempo se convertirían en figuras importantes para la cultura cubana, como Carlos Fernández, Generoso Funcasta, José Agraz, Salvador Bueno, Jorge Mañach, por solo citar algunos. Fascinado por el oficio de la imagen, inició susprimeras aventuras en Carteles, prestigiosa revista cubana de los años cincuenta. En ella hizo de todo un poco: emplanador, aprendiz de dibujante, diseñador; en fin, que se procuró todas las herramientas que lo ayudarían en su profesión, para apretar finalmente el obturador de una cámara, de la que no iba a separarse jamás.
 
Siendo aún muy joven, retrató el ambiente de la Cuba republicana, en una ciudad marcada por su época, sociedad consumista y competitiva que enaltecía, por sobre todas las cosas, la propaganda publicitaria, pero ni siquiera este universo escapó a su agudeza visual. Resulta sorprendente cómo, para construir sus imágenes, vuelve la mirada hacia el entorno social, la calle y su gente, hacia el comportamiento humano, hacia esos seres anónimos y marginados dentro de una nación fragmentada: campesinos, obreros, vendedores de artículos, trabajadores comunes, fiestas y celebraciones populares, mujeres y niños, figuras reconocidas y también preteridas.

Con el triunfo revolucionario comienza una nueva etapa en la historia de Cuba. La fotografía experimentó una fuerte influencia proveniente del espíritu de esos primeros tiempos, llegando a instaurarse como el arte de la Revolución, gracias al papel fundamental que desempeñó a través de las imágenes que aparecían en las publicaciones periódicas en las que se legitimaba ante el mundo entero la obra de la Revolución, y el rostro de sus principales líderes, al tiempo que se comunicaban, validados por la veracidad aportada por el documento fotográfico, los cambios sociales, la historia y los logros de la Revolución.

Para Ernesto llegaron los arduos y provechosos días en el periódico Revolución y en el suplemento Lunes de Revolución. Reconocida publicación que le dio por encima de todo un valor primordial a la fotografía como herramienta de comunicación. Para ese entonces, este artista se convierte ya en un verdadero fotógrafo combatiente, que deriva en un experimentado fotorreportero de guerra, acumulando en su haber reportajes de casi todas las contiendas en las que la Revolución se vio implicada. No hubo hecho trascendental en la historia de Cuba en esos años que no fuera documentado por su cámara y mostrado luego en las páginas de esta y otras publicaciones, tales como Mella, INRA, Prisma, Cuba, Cuba Internacional y Casa de las Américas. En todas se aprecia el sello permanente de su preocupación por lo testimonial, su persistente humanismo y su interés en el acontecer del mundo, como las series dedicadas a la entrada triunfante de los rebeldes revolucionarios a La Habana, la lucha contra bandidos en el Escambray, la Columna Juvenil del Centenario, la crisis de los misiles, las zafras del pueblo y Playa Girón, en las cuales se advierte su interés en documentar las acciones de los individuos que forman la masa.

De esta última serie, la obra Girón, 1961, resulta especialmente atractiva, sobre todo, después de la atinada idea de emplazarla, a gran escala, en una valla promocional enclavada en la emblemática esquina de 23 y 12, donde en el año 1961 se declaró el carácter socialista de la Revolución, durante los funerales de las víctimas por los bombardeos enemigos, preludio de la invasión mercenaria a Playa Girón.

A las puertas de la oncena edición de la Bienal de La Habana (mayo-junio 2012) surgió el proyecto de realizar esta intervención pública, pero lamentablemente, por el poco tiempo con que se dispuso y otras situaciones logísticas, no pudo concretarse en aquel momento.
Hoy puede ser valorada en toda su dimensión por quienes transitan por esa intersección habanera.

A propósito de este acontecimiento sostuve un breve diálogo con Ernesto Fernández Nogueras:

Ernesto Fernández Nogueras
Ernesto Fernández Nogueras

En una entrevista, con motivo de habérsele otorgado el Premio Nacional de Artes Plásticas 2011, usted expresó textualmente: “Quisiera que esa foto estuviera en la valla de la cafetería La Pelota en 23 y 12. Si eso se pusiera ahí, yo sería el hombre más feliz del mundo”. —¿Qué opinión le suscita la materialización de este proyecto?

“Tuve que esperar 50 años para que estuviera ahí, donde siempre debió estar, porque la historia de esta imagen empezó en esta esquina. Todo lugar espera por su imagen y toda imagen espera por su lugar. Es como si se hubiesen encontrado”.

Fidel habla ante los milicianos en 23 y 12, vísperas de la invasión por  Playa Girón. En el entierro de las víctimas  de los bombardeos del 15 de abril de 1961
Fidel habla ante los milicianos en la esquina de  las calles 23 y 12, el 16 de abril de 1961 , vísperas de la invasión por Playa Girón.  Era el entierro de las víctimas de los bombardeos del 15 de abril de 1961

Cuéntenos del proceso de creación, producción, diseño y montaje del proyecto…

“Esta idea la conversé con Abel Prieto; le comenté lo triste que se veía la esquina de 23 y 12 sin la valla que siempre tuvo, y lo que me gustaría que la foto tomada por mí durante el bombardeo de los autobuses en Playa Girón estuviese allí. Unas semanas después, volví a retomar la idea con los organizadores del programa colateral a la Bienal, los que me propusieron incluirlo, como una muestra más, dentro de este evento. Más adelante, vinieron las consultas con las entidades responsables, que aceptaron el proyecto. Ya para ese entonces, la Bienal estaba a punto de iniciarse y apenas quedaba tiempo para coordinar esta propuesta. A dos meses de finalizada la Bienal, recibí una llamada que reafirmaba el empeño de darle continuidad a este proyecto. Enseguida nos pusimos a trabajar. Ernesto Javier (mi hijo) preparó el diseño, mientras que la producción y el montaje estuvieron a cargo del taller de impresión de Propaganda Gráfica del Partido. Ya a finales de septiembre estaba ubicada la valla”.

Esta foto tiene un gran impacto visual, nos devela un ojo muy refinado, cargado de mucha sensibilidad; deja ver la parte oscura y triste de la guerra. No obstante esa atmósfera gris y desolada que envuelve la imagen, esa foto habla por sí misma; nos anuncia con toda seguridad la victoria y que se acerca, quizá, un nuevo combate. ¿Llegó usted en el momento decisivo para captar ese instante?

“La imagen estaba ahí. Solamente había que estar en el lugar y con una cámara. La había visto miles de veces en el cine y ahora la vida me la ponía delante después de un horrible bombardeo donde murieron muchos milicianos producto de esas bombas y del napalm. Ya no era ficción, era una realidad. Los milicianos a pesar de las bombas marchaban a través del humo y la metralla hasta el próximo frente de batalla”.

Su estética en la fotografía se caracteriza por el tratamiento de la luz y el contraste con las sombras. En esta foto, en particular, usted juega con un lenguaje muy cercano a los recursos que se utilizan en el cine. A mí, particularmente, me despierta la sensación de una escena cinematográfica. ¿Influyó el cine en su formación artística?

“Sí, mucho influyó el cine en mí. Siempre me gustó el cine y las películas de guerra. Un fotógrafo lo primero que tiene que hacer es llenarse de imágenes”.
La valla en su emplazasmiento de la esquina de 23 y 12 en La Habana.
La valla emplazada en la esquina de 23 y 12 en La Habana.

No hay comentarios: