miércoles, febrero 27, 2013

Conozca al joven más calculador del mundo

Hoy el cubano Freddis Reyes Hernández es Campeón Mundial y Olímpico y Recordista Mundial en Multiplicación, reconocido también como el Calculista más rápido del mundo
Hoy el cubano Freddis Reyes Hernández es Campeón Mundial y Olímpico y Recordista Mundial en Multiplicación, reconocido también como el Calculista más rápido del mundo
  • Su meta fue superar a los mejores. Se impuso un reto y trabajó para vencerlo. Hoy el cubano Freddis Reyes Hernández es Campeón Mundial y Olímpico y Recordista Mundial en Multiplicación, reconocido también como el Calculista más rápido del mundo

Por Liudmila Peña Herrera

Montamos en el auto gris del periódico. Enciendo el móvil. No puedo esperar a llegar a la redacción para buscarlo en Internet. Así que voy pasando cada uno de los años en el calendario digital, con trabajo, obviamente. Me cuesta encontrar el 2072.

“Será sábado”, había dicho. “El 20 de agosto del 2072 será sábado”. “¿Y el 24 de septiembre de ese mismo año?”, volvía a cuestionar, con un tono que, me parecía a mí, sonaba algo incrédulo. “Será sábado también”, había repetido sin una sombra de duda.


“¿Cuántas fechas crees que calculo en un minuto?”, preguntaba aquel muchacho de 30 años atrevido, histriónico, con un brillo de guerra en sus ojos claros, como cuando una fiera es retada por otra tan fuerte como ella.

“Rompí el récord del mundo calculando 74 fechas en un minuto, pero he hecho 95 en ese mismo tiempo. He calculado 20 fechas en ocho segundos y 67 centésimas. Por muy rápido que pestañees, puedo calcular una fecha antes de que cierres y abras los ojos”.
A Freddis Reyes Hernández las palabras le salían de los labios como relámpagos, o como si por muy apresuradas que sonasen mis preguntas, él fuera capaz de responder antes de que yo terminara.

¿Qué era calcular rápido para ti de pequeño?

Un ejercicio de Matemática normalmente se desglosa en la libreta. A mí me aburría poner paréntesis, si ya sabía cuánto daba al final. Solo escribía la respuesta.

¿Y eso no te produjo algún problema con los profesores y las notas?

Ah sí, nunca cogía 100, porque tenía que hacer los pasos.

¿Tienes buena memoria?

Tenía mejor memoria antes. No es que sea mala ahora, pero entre más rápido soy calculando, menos memoria tengo.

¿Verdad? ¿Cómo puede ser eso? ¿No te preocupa?

No, es por los métodos que utilizo. Con los de antes calculaba mejor al aire, pero lo hacía más lentamente. Ahora soy más rápido, aunque en el aire casi no puedo calcular.
Saca un cigarrillo. Duda y pregunta: “¿Puedo fumar aquí?” Se toma su tiempo y yo vuelvo al ataque.

Calcular al aire es…

Me dices unos números y yo los calculo como mirándolos en el aire, sin escribirlos. Antes los veía así, ahora prácticamente no puedo. Es por el cambio de método. Hoy no multiplico de adelante hacia atrás, sino de atrás hacia adelante. Tengo que ir recordando los números, lo cual es más incómodo.

¿Cuando dices multiplicar de atrás hacia adelante cómo es? Por ejemplo, ¿3 por 24 sería 3 por 4, y después 3 por 2?

24 por 3 es muy fácil. Multiplicamos números de ocho dígitos por otros de ocho dígitos, diez veces. Pero pongamos uno pequeño. 345 por 286. Es cinco por seis, llevas tres. Da treinta, por eso llevo tres -”286”, repite como para no olvidarlos-. Cinco por ocho, cuareinta… -piensa unos instantes-. Ya no me acuerdo cuanto da, porque se me olvida. Pero se hace así, es un método cruzado de atrás para alante. Antes calculaba las raíces en el aire y ahora no lo puedo hacer. Pero hoy soy tres veces y medio más rápido.

¿Eso significa que has avanzado mentalmente o crees que has retrocedido?

En 2010 rompí el récord del mundo, pero no gané. Ahora triunfé en multiplicación en el Campeonato Mundial y me llevé el trofeo del calculista más rápido en la Olimpiada, la medalla de oro en multiplicación y rompí el récord del mundo, que consistía en calcular diez multiplicaciones, en cuatro minutos con 29 segundos. O sea, soy mejor ahora.
¿Sueñas con números, con cálculos?

Cuando empecé a calcular, a finales de 2007, tenía mucha diferencia con respecto a los mejores. Soñaba con números porque soy muy competitivo y no logro dormirme con algo que me dé vueltas en la cabeza. Caminaba y los números venían mucho a la mente. Entrenaba constantemente porque me decía: “Ellos llevan cinco años preparándose. ¿Cómo hago todo ese entrenamiento en un año? Por eso los números venían a la cabeza.

¿Y cómo van los números a tu cabeza?

Voy caminando y me sale 6 por 4, 24 más 18, 42… Pero eso me pasó más o menos un año. Me daban vueltas en la cabeza.

¿Pero no eran números de ocho dígitos?

Lo que aparece en la mente es lo que hago mientras calculo números de ocho dígitos. Ahora solo pienso en números cuando entreno. No me gusta eso de que la gente me pregunte. Lo único que les respondo es una fecha, que es como calcular dos más dos.

Una fecha, digamos, ¿dentro de 50 años?

No. Una fecha del año 1600 al año que tú quieras.

¿Y si yo te lo pregunto ahora?

Yo te lo respondo.

Después yo lo verifico… “No tienes que verificarlo”. ¿Estás así, tan seguro?

Y otra vez, como en un círculo vicioso, volvíamos al mismo instante en el que él me decía, en apenas un segundo con una centésima, que dentro de 59 años, el 20 de agosto iba a ser sábado. Y mientras transcurrían siete centésimas, afirmaba que en ese mismo espacio de tiempo, el 24 de septiembre también iba a ser sábado.

¿Cómo lo sabes?

Es un algoritmo -y otra vez empezó a hablar rapidísimo. No tardaría más de ocho segundos en su explicación-. 20 de agosto. Agosto es tres, por un código, 23; y el 72 es código seis, porque en 72 años han pasado tantos bisiestos. Se los sumas, le restas el múltiplo de siete más cercano… Sé que el código del año 72 es seis. 23 más seis, 29. 29 menos ocho, uno. Uno es sábado.

24 de septiembre. 24 más seis, 30. Más seis, 36, del código del año 72. 36 menos 35, que es el múltiplo de siete más cercano, da uno. Uno es sábado. ¿Viste, que es dos más dos?

¿Y qué es lo más difícil?

Las raíces son las más complejas. Calcular la raíz de dos es tan difícil como el número más grande que tú puedas poner. Lo difícil es la cantidad de dígitos que vas a extraer.

¿Cómo es la presión mental en una competencia?

Es muy fuerte. En la primera ronda fui el más rápido pero tuve un error. Eso me mandó al quinto lugar. En la segunda vuelta empecé muy rápido. Escribí un dígito mal y me costó diez segundos. Las manos me temblaban. Veía cómo el corazón me saltaba. Era tanta la tensión que no podía teclear. En la tercera multiplicación fue igual: lenta y con aquel nerviosismo. En la cuarta me di una terapia, donde me digo: “Soy el mejor y nadie me puede ganar”. Después todo salió. Hice cuatro minutos con 34 segundos. Cogí el oro y luego rompí el récord del mundo con tres minutos y 54 segundos.

Por si fuera poco, para asistir a las competencias tengo que pedir el dinero prestado. Eso es una tensión, porque si no gano no tengo cómo devolverlo. Llegué a Alemania con 28 euros. Tenía un catarro terrible y fui a un hospital. No me atendieron porque no tenía dinero.

¿Y eres una persona calculadora por ser tan habilidoso al calcular?

No por ser habilidoso al calcular, sino porque me gusta la psicología. Antes sí, como una forma de reírme y entretenerme un poco. Pero ya no lo hago.

Enciende la computadora y me enseña un poco de sus habilidades para calcular como se hace en una de esas competencias. Poco después nos despedimos. Ahora miro el calendario. 

Intento recordarlo diciendo que no tengo que comprobarlo, que será sábado. Termino diciembre y por fin lo encuentro: 2072. Paso los meses. Ahí está: 20 de agosto. Sábado. ¿Y 24 de septiembre? Sábado también. Llegamos al periódico. Subo las escaleras como en otro mundo, preguntándome qué estaré haciendo ese día del 2072. Sonrío. ¿Quién sabe? Creo que es demasiado. Ya es algo que ni el mejor de los calculistas del mundo será capaz de adivinar.
(Tomado de Poesía de Isla)

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