miércoles, febrero 20, 2013

En busca del verbo perdido

  • Conocer, explorar, investigar, buscar, comprar, jugar, pasear… No existe en español un verbo que contenga por sí solo todas las posibilidades de acción que desata la Feria Internacional del Libro

Conocer, explorar, investigar, buscar, comprar, jugar, pasear… No existe en español un verbo que contenga por sí solo todas las posibilidades de acción que desata la Feria Internacional del Libro.   

Esa magia multifacética habita primero la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña y el resto de los espacios habilitados para venta y presentaciones de libros en La Habana. Luego echa andar en un periplo de casi un mes por pueblos y ciudades donde no siempre brilla con igual fulgor pero sin duda se convierte en uno de los acontecimientos más importantes del año.  
La gente espera la Feria. Cada quien tiene sus razones, pero en general el espacio se ha consolidado como una oferta cultural estable que intenta dar respuestas a las necesidades de su tiempo.   


No es un proyecto perfecto. A cada nueva edición se llega con errores corregidos y nuevas manchas por identificar. Pocos eventos cubanos, gestados desde la cultura, han conseguido implicar actores tan diversos y comprometidos. Esa es sin duda una de sus virtudes y de ella depende también el espectro cada vez mayor de intereses que consigue satisfacer.   

Demostrado está que desde la literatura se pueden nuclear las ciencias —las exactas y las que no lo son tanto— y también las más sublimes manifestaciones del arte. Válida entonces la Feria para seguir interrelacionando el intenso y versátil mundo que nos ha tocado vivir.

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