domingo, marzo 31, 2013

Día de asueto

Por la expresión de su rostro parece que le
simpatiza su nuevo juguete
Por Sergio Rivero Carrasco

A veces nos parece mentira que podamos dedicar un día a las cosas que nos gustan y sin presiones de trabajo o familiares, echar vuelo a la imaginación y lograr la satisfacción de la sonrisa a los que beneficiamos con nuestro quehacer.

Hoy quise  parecerme a Jeppetto  para convertirme en un  hacedor de títeres, como en mis buenos tiempos en la Universidad o en las escuelas en el campo en las que laboré los primeros años  en la Isla de la Juventud. Mis alumnos eran los actores y esfuerzo tras esfuerzo lograron dar vida a todos los personajes de las obras teatrales “Ya viene Gorgonio Esparza”,  “Los cuentos del Decamerón negro” “El mancebo que casó con mujer brava” y “El pequeño príncipe”.


Pero ahora el compromiso no era con los alumnos sino con una de mis nietas. Exigente, muy exigente con la calidad.  La carita tiene que parecerse o ser “igualita” a como ella la imagina.
Engrudo, papel periódico, papel blanco, plastilina, cinta adhesiva, acrílico, cemento blanco, barniz mate y otros materiales resultaron imprescindibles para el inicio. 

Vuelta que vuelta a la masa y al papel mojado hecho tiritas, se modela la base del rostro de la princesa; sí, porque quiere una princesa como en los tiempos de hadas… No muy segura de que va a cumplir con sus expectativas replica: “-Abuelito, me parece que esa princesita debe ser de pelo rojo y ojos carmelitas. Ah, mira, las manitos pueden tener guantes y trata que mis manos quepan bien en el cuello.

Se dan cuenta de que no trabajo con cualquier persona. Ella sabe bien lo que quiere, cómo lo quiere y exige por ello.

Bueno, hoy tengo que abrazar al Pequeño Príncipe cuando el aviador, cansado de pintar la oveja que nunca aceptó el Principito, la “introdujo” en una caja y le explicó: “La oveja que tú quieres está ahí dentro”. Algo así tuve que hacer hoy pero con el pretexto de que para lograr el volumen de rostro, debo esperar que se seque la base. Entonces, mañana continuamos cuando regrese del trabajo.

Solo así mi nena me dio una tregua para concebir bien el rostro que añora y poder ver en el suyo una sonrisa de “oreja a oreja”. Estoy seguro de que la voy a complacer, no lo duden ustedes.

¿Tuve en realidad un día de asueto cuando mi jornada se extendió desde las ocho de la mañana hasta cerca de las siete de la noche?


1 comentario:

Karelia Álvarez Rosell dijo...

raFructífera y placentera jornada, ya verás qué princesa le regalarás a tu reina.