jueves, agosto 28, 2014

“No tenía dinero, pero me recibí de médico en Cuba”

médico
José Mendiolaza de vuelta en Argentina.

José Mendiolaza egresó con un promedio de 9.70 de la prestigiosa Universidad Latinoamericana. El pueblo le brindó una cariñosa bienvenida.

Si bien existen muchas historias de gente que con gran esfuerzo alcanza sus metas, la de José Mendiolaza (28), nacido en Salta capital (Argentina) y criado desde muy niño en una finca agrícola de El Cerrito, cuenta con un plus particular: su logro fue adoptado como propio por todo el pueblo. Tanto es así, que al retornar la semana pasada a la localidad luego de egresar como médico de la prestigiosa Escuela Latinoamericana de Medicina, de Cuba, fue recibido por la una comunidad orgullosa de la lucha que entabló con la vida para torcer un destino, que hasta emprender su viaje a la isla caribeña amenazaba con frustrar su desarrollo, debido a las limitaciones económicas.


Fue una verdadera fiesta en barrio Firpo, de La Merced, donde familiares, amigos y vecinos se congregaron para recibir al flamante galeno. Hubo pasacalles, música y hasta una autobomba hizo sentir su sirena en todo el pueblo.

Un dato que no debería pasar desapercibido es su notable desempeño en la casa de altos estudios, ya que el analítico presume un excelso 4.80 (en Cuba la nota máxima es 5), equivalente a un 9.70 en el sistema de calificación local.

“Me emocionó la forma en que me recibieron, aunque para ser sincero no me sorprendieron las muestras de cariño porque durante toda mi carrera me las expresaron. Fueron muchos los que me apoyaron e hicieron posible que alcance mis metas“, contó José.

Estudiar medicina hace algunos años para él era un sueño inalcanzable. Sin embargo, lejos de regodearse en los lamentos buscó capacitarse en lo que en ese momento tenía a mano y cursó también con excelentes resultados y con mucho esfuerzo, una tecnicatura en radiología. Fue así que el azar o el karma, le hizo un guiño y él, atento a las pocas oportunidades que acostumbraba brindarle el medio, supo percibir.

Según contó el joven médico, un día mientras sacaba fotocopias de su analítico en una librería, la mujer que lo atendió le dijo: “Con estas notas ¿cómo no estudias medicina?”, a lo que él respondió: “Me encantaría, pero mi situación económica no me lo permite. Eso es imposible para mí, señora“. En ese momento, otro joven que esperaba ser atendido los interrumpió: “Yo tengo un hermano que estudia en Cuba y está becado. ¿Querés que te contacte con él?”.

José, a quien la vida le enseñó a escarbar en las escasas posibilidades que le ofreció su entorno, ni lerdo ni perezoso tomó nota del contacto. “Fue todo muy rápido, terminé en la Casa Amigos de Cuba dejando mis datos. Allí me inscribieron, casi vencido el plazo. Pasaron unos días y me llamaron para rendir en Buenos Aires junto a otros aspirantes. Aprobé y me becaron, preparé mis cosas y dos semanas después estaba de viaje a la Habana“, recordó.

Comenzó la carrera en 2008 y se recibió en tiempo y forma con óptimas calificaciones. En cuanto a su futuro evalúa la posibilidad de especilizarse en traumatología y ortopedia. José adelantó que le resta homologar su título en Argentina por lo que tendrá que viajar próximamente a Buenos Aires.

Las autoridades del hospital de su pueblo se mostraron deseosas de poder incorporarlo a su plantel profesional. “Sería de gran ayuda tanto para la institución ya que su preparación es de excelencia. Es más, en estos momentos tenemos una vacante”, contó la Dra. Liliana Carrasco, gerente del hospital Lozano.

Priorizar a la gente

Una de las cuestiones por las que se desataca la carrera de medicina en Cuba es por el tipo de prácticas basadas en el contacto directo con los pacientes durante todo el período de estudio, contó José. “En cuanto al rendimiento académico son muy exigentes. En los dos primeros años, una vez por semana visitábamos los hospitales. Allí nos ponían en contacto directo con la gente, lo que nos brindó mucha seguridad. Luego, a partir de tercero la visita a los centros de salud se extendieron de lunes a sábados, haciendo guardias, etc.”, puntualizó el joven.

La carrera es de seis años más seis meses de nivelación, conocido en Cuba como curso de premédico. El cursado es casi todo el año, con muy breves recesos.

La beca otorgada por el gobierno cubano fue completa. Lo único que no cubrió fue los viajes desde y hasta Argentina. A esta ayuda económica se sumó otra otorgada por la Municipalidad mercedeña, de la que fue beneficiario durante toda los años que duró la carrera.

(Tomado de El Tribuno)

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