lunes, marzo 09, 2015

Enrique el día que le fue entregado el Premio Jesús Montané
Oropesa  por la Obra de Toda la Vida en el 2012

Falleció este domingo en Isla de la Juventud el destacado fotorreportero que mereció el premio Jesús Montané Oropesa por la obra de la vida

Por Diego Rodríguez Molina
Fotos: Archivo
 
Al fotorreportero Enrique Moreno Fuentes, Premio Jesús Montané Oropesa de la Upec por la obra de la vida, fallecido el domingo 8 de marzo a los 83 años de edad en la Isla de la Juventud y sepultado este lunes en Nueva Gerona, lo seguiré viendo con la vitalidad de sus imágenes y con el mismo espíritu que impregnara a su existencia.

Entre los muchos momentos compartidos recuerdo el de mayo último en que me confesara: “Nunca he dejado de venir a marchar con el pueblo en el Día Internacional de los Trabajadores y aunque esté jubilado, ya con 82 años, no dejaré de celebrar esta fecha con mi colectivo laboral del periódico Victoria, para demostrar la unidad de los cubanos…”. 


Así era de fiel y sencillo este profesional del lente, al que llamábamos cariñosamente Quique, quien estuvo durante años al frente de la delegación territorial de la Unión de Periodistas de Cuba y acompañara a Fidel en varios recorridos aquí y otras partes. 

A decir verdad, él no solo capta a los gestores de la obra revolucionaria, sino que formaba parte de esos protagonistas anónimos, por eso pude encontrarlo en plena movilización obrera, a la que había llegado muy temprano y con la modestia y el compromiso de siempre. 

Era una de las tantas ocasiones en que a la par del profesional vibraba el patriota que acompañara siempre las transformaciones de la nación.
Quien fuera distinguido con las distinciones Félix Elmuza de la Upec (1884) y Raúl Gómez García, del Sindicato de la Cultura (1989), además de su labor fotorreporteril en el diario local Victoria, publica en Bohemia, Granma, otros medios y colabora con la Agencia de Información Nacional. 

Entre los lugares que testimoniaron la favorable acogida de sus exposiciones fotográficas estuvieron el Pabellón Cuba, en La Habana, varios espacios en capitales provinciales cubanas y Nicaragua.  

A ese país centroamericano fue invitado en dos ocasiones (1982 y 1985) a mostrar sus instantáneas sobre los becarios de esa nación en las escuelas pineras y los encuentros de esos colectivos con el Comandante en Jefe. 

Sus fotografías también ilustraron folletos y otras publicaciones en ocasión de eventos, ferias y visitas de alto nivel, así como carteles y afiches. 

El 15 de enero de 1932 en el seno de una humilde familia de La Habana nace Enrique. Con 15 años, al fallecer su padre, tuvo que tomar las riendas de su hogar, de tres hijos, entre los cuales él era el mayor de los hermanos y único varón. Así comienza a descubrir la magia de atrapar imágenes con el lente por su cuenta. Hacía fotos de arquitectura y publicitaria por encargo hasta que llega el triunfo de la Revolución en 1959.  

Desde el primer instante aprovecha la oportunidad abierta por el proceso revolucionario y puso su joven talento al servicio de este: se vincula a la propaganda política en un nuevo órgano que agrupa a diseñadores, fotógrafos y periodistas, quienes posteriormente integran la Editora Política del Comité Central del Partido al crearse la institución. 

Tenía una sapiencia natural para la fotografía, por esa capacidad casi innata para captar imágenes y estampas cubanas, por eso mucho aporta en la segunda ínsula cubana, a la cual llega en la década del 70, con cámara en mano y un historial que pronto lo hizo maestro para varias generaciones. 

Cuando se incorpora al entonces diario Victoria no solo se dedica a la cobertura de innumerables hechos noticiosos, sino también a la formación de los más jóvenes que se incorporaban al periodismo gráfico.

Los archivos del Victoria atesoran con celo los negativos fotográficos y los periódicos que, aunque amarillentos por el paso de los años, muestran seductoras instantáneas captadas por Quique cuando el histórico el récord productivo de nuestra Ubre Blanca, en la vaquería ubicada en el poblado de La Victoria, a donde acude hasta en horas de la madrugada junto a Fidel, como parte del seguimiento a ese importante resultado genético. 

Fueron también motivación para sus originales instantáneas las zafras citrícolas y su movimiento popular, los años de esplendor de la industria ceramista o del mármol, la pesca, el duro bregar del campo o del carbonero, la infancia o la ancianidad, las pinturas rupestres de las cuevas de Punta del Este, la construcción del Faro de Carapachibey, el más alto de Latinoamérica, o los rostros de profesores o estudiantes de más de veinte nacionalidades.

Sin embargo, quien mereciera innumerables premios en concursos nacionales y municipales, tiene uno mayor: la gratitud de quienes de él aprendimos mucho más que técnica fotográfica: la humildad, la ética, el compromiso y demás valores humanos que distinguen a los periodistas cubanos.

Por eso enaltece al gremio dedicarle postrer y justo tributo al colega, al maestro, al compatriota y al hermano que dejara en el corazón de todos sus mejores e inolvidables imágenes y recuerdos.


 


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